Nuestros hijos y la crisis financiera
Oscar J. Franco O.
ofmediator@hotmail.com
Nuestros hijos dependen de la estabilidad familiar, social, educativa, salud y financiera que le proporcionamos, mediante nuestros esfuerzos personales y con nuestra pareja, además del ejercicio de nuestras actividades laborales. Trabajamos arduamente para darles las mejores condiciones para su desarrollo físico e intelectual. Nos preocupamos por su futuro y tomamos las previsiones del caso, para garantizarles una educación que les permita emprender con éxito su propio camino en la vida y recomenzar el ciclo, con sus propias familias.
En tiempos normales no es fácil, mas bien bastante difícil, la lucha diaria en todos los flancos, para lograr los objetivos que mencionamos, pero resulta que no estamos en tiempos normales, todo lo contrario. Estamos sumergidos en una profunda crisis financiera mundial y especialmente nacional, con la caída estrepitosa de los mercados financieros mundiales, la debacle inmobiliaria, la grave situación bancaria, la mas alta tasa de desempleo en décadas, bancarrotas empresariales y personales y paremos de contar para no llorar.
Evidentemente los adultos sufrimos en carne propia las amarguras y descalabros de la crisis financiera. Lamentablemente y sin nosotros quererlo, los niños se ven envueltos en el torbellino que ocurre, cuando en el seno de la familia, hay serias dificultades económicas. Poco a poco y a veces repentinamente, el nivel de vida que los niños estaban acostumbrados a disfrutar, se desmorona o derrumba.
Las escuelas privadas, las tutorías, las clases especiales como el ballet, el karate, las actividades deportivas, las vacaciones, los juguetes, regalos, actividades sociales, celebraciones de fechas importantes, las posibilidades de estudiar en universidades privadas, el automóvil prometido para la graduación, el viaje a visitar a la familia y muchos ejemplos mas, se imposibilitan, porque los ingresos de los padres, simplemente no cubren el presupuesto necesario.
La crisis financiera, además, incide en las parejas ya estresadas por la realidad económica. Aumentan las separaciones y divorcios, con las perniciosas consecuencias para los hijos.
Por si fuera poco, hay estudios que señalan que en medio de la crisis, la salud de los menores tiende a deteriorarse, no solo porque no hay recursos para pagar la necesaria atención medica preventiva y curativa de los niños, sino porque se descuidan elementos básicos como la alimentación balanceada.
Paradójicamente, se observan dos condiciones médicas opuestas, y sumamente dañinas, a saber, la malnutrición y la obesidad infantil. La primera es resultado de la escasez de recursos para proprcionar una nutrición caloricamente apropiada a los niños.
La obesidad infantil, ya es un problema sumamente grave, al punto que organizaciones mundiales de salud hablan de epidemia. En el país, uno de cada 3 niños es obeso, en el mundo es uno de cada diez. Con mator incidencia en los países desarrollados y no necesariamente porque haya mas recursos sino que se alimenta mal a la juventud.
Los estudios especializados señalan que se considera que un/a niño/a es obeso/a, cuando su peso sobrepasa el 20% de lo ideal, para su edad. La obesidad es producto de factores preponderantes, como las cargas genéticas y precipitantes, como dietas desbalanceadas, cargadas de carbohidratos, grasas y azúcar. Influyen además, la falta de ejercicio provocada por la inactividad física que producen el televisor, las computadoras y los celulares. Estos factores precipitantes, son mas incisivos, cuando los padres no tienen recursos o están tan agobiados por la situación, que descuidan principios básicos alimentarios.
Los niños son pues, las victimas inocentes de la cruda guerra en que están los padres, para lograr la sobrevivencia financiera. En su inocencia, sin saber porque, los menores comparten la dura realidad de la familia.
Los padres toman decisiones drásticas pero necesarias, como cambiar de escuela, y suprimir comodidades y actividades. Muchas veces se adopta la actitud, de no explicar dentro de la medida de la capacidad de comprensión del niño o adolescente, que es lo que esta sucediendo y porque hay limitaciones importantes en el modus vivendi familiar. Frecuentemente se esgrime la mejor intención, como por ejemplo “Para no preocuparlos”, en otras ocasiones se menosprecia a los niños, porque “Ellos no entienden de esas cosas” y hasta se adoptan actitudes condescendientes como “Eso no es problema de ellos, o autoritarias “Ellos tienen que hacer lo que se les diga”.
Sea por la razón que fuere, los niños en su desconocimiento, al verse constreñidos u observar conflictos y penurias familiares, pueden responder negativamente. En cuyo caso adoptan actitudes desafiantes ante los padres, la conducta en el el hogar y en la escuela no es la apropiada, se deprimen, bajan su rendimiento escolar, se muestran intolerantes con hermanos y amigos, ocurre también aislamiento frente a la familia. Inclusive, no es de extrañar que se sientan culpables que las cosas en la familia no “anden” bien y los padres se peleen constantemente.
La comunicación efectiva es esencial para prevenir y solucionar conflictos, conviene hablar con los hijos sobre la situación. De ser necesario podemos buscar asesoramiento para tratar el tema o pedir ayuda en los departamentos de apoyo sicológico en las escuelas o a profesionales especializados en el manejo infantil
También puede ocurrir que los propios padres estemos confundidos con el maremágnum de noticias, análisis económicos y declaraciones de los expertos, explicándonos, porque estamos en el medio de la peor crisis financiera desde la depresión del siglo pasado en los años 20.
Si ese es su caso, amigo/a lector/a, le recomiendo un video pedagógico, en lenguaje coloquial (ingles), que explica lo que esta pasando, abriendo la página de Internet: www.youtube.com/watch?v=h4Ns4ltUvfw
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