“La Nonna”
Oscar J. Franco O.
Articulo publicado en :El Nuevo Herald", Miami 22 de Enero 2008
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“Te presento a la Nonna”, me dijo el amigo americano, quien cordialmente me había invitado a cenar en su casa. La simpática señora nació y se crió en New York, en el famoso barrio Queens. Sus rasgos son típicamente italianos y aun denota la belleza y fuerza interna de la mujer mediterránea.
Intente practicar mi precario italiano con ella, pero me respondió “I don’t speak italian”, por lo cual nuestra conversación fue en ingles.
La verdad es que yo no tenía idea de que mi amigo y su esposa son descendientes de italianos. Sus abuelos llegaron a este país muy jóvenes, provenientes de Sicilia, Génova y Nápoles, a principios del siglo pasado.
Los muchachos de entonces y octogenarios de ahora, contrajeron nupcias aquí y tuvieron hijos, que posteriormente crearon sus propios núcleos familiares. Es decir, mis amigos son americanos de segunda generación y sus hijos son, obviamente, integrantes de la tercera generación familiar que nace en este país.
Picado por la curiosidad, pregunte la historia de cómo los abuelos habían emigrado a este país. Con gran orgullo, la Nonna relato el esfuerzo y sacrificio que, los que para ese entonces jóvenes, hicieron al venirse a “La America”, sin hablar el idioma, dejando en su amada Italia familiares, amigos, pertenencias materiales, su terruño, en fin todo, con el solo propósito de luchar por un mejor porvenir para ellos y sus futuros hijos.
Mis anfitriones son lo que se considera una familia típicamente americana y como es natural, están sumamente orgullosos de la patria donde nacieron. Sus nexos con su pasado son básicamente sentimentales. Ellos se denominan italianos-americanos, pero se sienten y son americanos hasta el tuétano. Al igual que la Nonna, ni ellos ni sus hijos hablan italiano. Ninguno de ellos ha estado en Italia.
En apenas tres generaciones, están absolutamente integrados a esta cultura y así son aceptados por la sociedad americana, la cual esta constituida por diversos grupos de, tambien, descendientes de inmigrantes y que conforman la inmensa mayoría de la población de este país.
Es muy fácil deducir la obvia similitud que existe entre mis amigos italo-americanos y los millones de descendientes de inmigrantes latinoamericanos, constituidos por terceras y cuartas y aun más antiguas generaciones, arraigadas en este país.
Los descendientes de hispanos ya sean mejicanos, hondureños, salvadoreños, argentinos, españoles, o de cualquier otro país iberoamericano, al igual que los de italianos, irlandeses, polacos, alemanes, africanos, o cualquier otro grupo étnico cultural, se sienten identificados con sus raíces y también están orgullosos de haberse integrado a esta sociedad, dentro de la cual nacieron.
Muy lamentablemente, algunos de los descendientes de los europeos, que aquí llegaron a principios del siglo veinte, se resisten y hasta se niegan rotundamente, a aceptar al grupo de inmigrantes, encasillado socio-étnicamente como hispanos.
Afortunadamente, la historia nos enseña que los argumentos, que hoy se esgrimen para antagonizar a los inmigrantes hispanos y sus descendientes, son los mismos que en su oportunidad, utilizaron voces intolerantes, felizmente derrotadas por la cordura y la amplitud, de la inmensa mayoría de la población esta gran nación.
martes, 22 de enero de 2008
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