miércoles, 6 de agosto de 2008

La frecuente tragedia del secuestro de menores

Publicado en El Nuevo Herald
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El secuestro de menores por uno de sus progenitores o familiares sucede con mucha más frecuencia de lo uno se imagina, con gravísimas consecuencias sobre todo para los niños, quienes una vez más se convierten en las víctimas inocentes de la manipulación e intransigencia de los padres, sumidos en un conflicto.
Se trata de una sustracción y retención no autorizada, e inclusive contraria a derecho, de niños de su domicilio habitual, trasladándolos ya sea a otra localidad en la misma ciudad, dentro del estado, en otro estado o a otro país.
En la mayoría de los casos son los niños de parejas divorciadas en los cuales la guarda y custodia puede estar compartida o ha sido delegada a uno de los progenitores, pero el otro decide sustraer al o a los niños a escondidas.
No obstante, hay casos en los cuales las parejas no están divorciadas e inclusive ha sucedido que familiares directos deciden retener a menores, voluntariamente entregados por los padres para que ejerciesen temporalmente la custodia.
La organización estatal National Center for Missing and Exploited Children (NCMEC), informa que anualmente son reportados más de 1,500 casos, de los cuales el 65% son provenientes de Latinoamérica. A la Florida y California llega la mayor cantidad de menores de edad traídos a escondidas de otros países. Los secuestradores son adultos directa e íntimamente relacionados con los niños.
Es interesante anotar que porcentualmente ha aumentado la situación inversa, es decir, niños que residen en EEUU y que son sacados del país ilegalmente y trasladados al país de origen del secuestrador.
Cuando los niños son trasladados dentro del mismo país, la jurisdicción y las leyes a aplicar son las nacionales. La situación se complica mucho más cuando son trasladados a otro país.
El problema de la ley aplicable para los casos de la sustracción internacional de los niños es complicado. Afortunadamente en 1980, en La Haya, se logró un acuerdo internacional para tratar de resolver esos conflictos legales. Para la fecha más de 80 naciones lo suscriben. En Latinoamérica tenemos a Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, México, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela. Otras naciones de la región están en el proceso de agregarse al convenio. España también es parte de este acuerdo.
Con la implementación del convenio, el padre o la madre que ha sufrido la pérdida puede acudir a las denominadas autoridades centrales en el país de la sustracción, las cuales están delegadas por la convención para atender los casos. Estas oficinas, por mandato del convenio reciben el apoyo de las autoridades policiales, gubernamentales y de inmigración tanto del país del cual se sustrajeron a los niños como del país receptor. Igualmente agencias internacionales como la INTERPOL prestan su colaboración.
En muchos casos no se sabe adónde fueron trasladados los niños, e influencias de tipo judicial, económico, político, social, cultural y hasta religioso entraban la solución del problema.
El mes pasado en la Universidad de Miami se realizó una conferencia internacional para discutir el tema con la asistencia de autoridades federales, jueces, abogados, mediadores y profesores de derecho especialistas en la materia y provenientes de varios países. Participaron también organizaciones privadas y sin fines de lucro.
La conclusión de la conferencia fue aunar esfuerzos a nivel internacional para ayudar a las personas que se ven involucradas en este problema. Igualmente se acordó implementar la experiencia de países como Gran Bretaña y Argentina, en los cuales, dentro del marco del convenio de La Haya, se utiliza la mediación, con mucho éxito, para encontrar una solución que satisfaga a las partes involucradas. La Florida será abanderada del tema.
La prioridad esencial para la resolución de estas complicadísimas situaciones reside en la preservación de los intereses de los niños víctimas de circunstancias que les son impuestas por adultos.

“A eso de las ocho”

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No es mi intención generalizar, ni mucho menos estereotipar a ningún grupo social, cultural ni étnico, y espero no levantar muchas cejas, cuando digo que la puntualidad, no es precisamente una de las características mas marcadas, del comportamiento social generalizado, de los integrantes de la cultura hispana, sean de origen europeo a latino americano. Inclusive podría decirse que existe el concepto arraigado de que es aceptable y esta dentro de la etiqueta, el llegar retrasado a los compromisos, sin importar si es de trabajo, social, familiar, recreativo, etc.
Las excusas por pueriles que sean, son acatadas y hasta es normal, disculpar a la persona que nos ha hecho esperar media hora, para presentarse a una cita, diciéndole “No te preocupes, yo también llegue retrasado”. Como si dos comportamientos negativos, hacen positiva, la costumbre de llegar tarde a todos lados.
Si se quiere marcar una cita para las ocho de la mañana, solemos decir “Entonces, nos vemos a eso de las ocho”, lo cual deja un amplísimo campo para llegar tarde e inclusive, si a alguien le da un ataque de locura, llegar temprano.
La impuntualidad, es para la mayoría de los hispanos, un comportamiento normal e inclusive esperado, por quienes han quedado en verse a una hora en particular. Ser puntual es una actitud tan poco practicada, que hasta en ocasiones es repudiada. Como por ejemplo cuando, a uno lo invitan a cenar a la casa de un amigo a las 8.30 y se nos ocurre llegar a esa hora, con la desagradable y penosa situación de que los anfitriones, están duchándose o preparando la cena o ni siquiera han llegado a su casa.
Ahora bien, hemos inmigrado a este país y lógicamente pretendemos integrarnos desde diversos puntos de vista. Uno de los aspectos esenciales es formar parte de la fuerza laboral, ya sea como socio, empleado, comerciante, negociante, en fin cualquier actividad que nos obligue a estar en contacto directo, con los ciudadanos aquí nacidos.
Confiamos en nuestra educación, formación profesional, tenacidad, experiencia, constancia, dedicación, es decir, en todos los aspectos que en nuestros países de origen fueron claves para el ejercicio de nuestra actividad laboral.
Sin embargo, en ocasiones se nos hace muy difícil separarnos de patrones de comportamiento, los cuales mantuvimos durante años, dentro de un ambiente socio cultural, comprensivo y permisivo.
Traigo a colación la impuntualidad como uno de los aspectos que afecta las relaciones de negocios, trabajo, sociales entre otras, en este país. Ser impuntual es interpretado, no solo como demostración de mala educación, sino irrespetuoso y desconsiderado para quien espera. No me extrañaría que alguien argumentara, que estoy hilando fino en un detalle pueril, tampoco me seria extraño, saber que esa misma persona, le despidan del trabajo y pierda amistades, por impuntual.
Aprovecho para mencionar aunque sea de paso, pero de ninguna forma restándole importancia, a otros patrones de comportamiento que pueden ser aceptados o bien vistos en nuestros países, pero que aquí son mal recibidos y hasta causa de demandas judiciales, como por ejemplo, el acoso sexual y no exclusivamente del hombre a la mujer.
Obviamente, no quiero decir ni por lejos, que el acoso sexual es aceptado en nuestros países, claramente ese no es el caso. A lo que me refiero es que la manera de ser hispana, es quizás, más calida, más personal, mas intima, sin reflejar mala intención.
Muchas veces para dirigirnos entre compañeros de trabajos, usamos expresiones como “Mi amor”, “Corazón”, “Belleza”, algunos dicen “Mami”, “Papo” y pare de contar, pues depende de las expresiones de cada país.
Peeeeero, si aquí a uno se le ocurre decir entre compañeros de trabajo, algo así como “Honey, would you?, o “Baby, please come here”, podría traer consecuencias laborales desagradables.
Se dice que los hispanos somos “tocones”, es decir solemos acércanos físicamente a nuestros interlocutores. Nos encanta saludarnos, entre hombres con un fuerte abrazo, entre damas, con besitos cariñosos en las mejillas. Inclusive en algunos países, son tres besos. Ni dos, ni cuatro. Por supuesto, en algunas culturas, los hombres también se besan afectuosamente al saludarse.
Para terminar, mañana ponga su despertador para levantarse media hora antes, llegue al trabajo, puntualmente y si quiere que su jefe le vea con cara de extrañeza, llegue diez minutos temprano.
Ahora, si de verdad quiere que crean que se cayo de la cama, estámpele tres besos a su jefe y dígale “ What’s up dawg?”.

Tres jueces hispanos de Broward

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Periódicamente se nos presenta la oportunidad de elegir, mediante votación popular, a las personas que ejercerán los cargos ejecutivos, legislativos, judiciales y administrativos a nivel nacional y regional.
Este año es especialmente importante, pues en el mes de noviembre tendremos la oportunidad de elegir a la persona que ocupara la oficina, en la cual se centra el poder político de la nación.
Regionalmente, en muchos condados de la Florida, se realizaran las elecciones de muchos de los jueces, que imparten justicia en diferentes cortes. Para los que vivimos en el condado de Broward, el 26 de agosto, tendremos la oportunidad de votar para la reelección de varios jueces, tres de los cuales son de origen latino. A saber, la jueza Catalina Avalos, nacida en Colombia y aquí desde los 2 años de edad y los jueces Julio González, nacido en Republica Dominicana y Pedro Dijols de origen Puertorriqueño.
Es crucial que las personas que ocupen los cargos judiciales, sean profesionales idoneos y representativos de la comunidad, puesto que sus decisiones afectan directamente a los miles de habitantes del condado, que acuden a los tribunales para dirimir sus conflictos legales. Por lo tanto, la comunidad tiene la responsabilidad de escoger con conciencia, a los candidatos y candidatas que considere, cumplan con las condiciones necesarias, para actuar como jueces justos y con la sensibilidad humana, que les identifiquen con el electorado.
En la Florida, el sistema judicial esta separado en cortes con jurisdicciones especificas, como por ejemplo los tribunales de condado y los denominados “small claims”, en español “Tribunales de menor cuantía”.
Los tribunales de menor cuantía, se ocupan de los casos, en los cuales el monto de la demanda es hasta $5.000 y los de condado entre $5.000 y 15.000. Incumplimiento de contratos, desalojos comerciales y residenciales, daños a la propiedad, conflictos entre arrendador y arrendatarios, conflictos laborales, ejecuciones de hipoteca (las tristemente famosas “foreclosures”), seguros por lesiones personales, deudas por tarjetas de crédito, asuntos de consumidores, entre muchas otros, son los tipos de casos que los tribunales de condado y de menor cuantía, tienen bajo su jurisdicción. Por la variedad de asuntos, estas cortes reciben, miles de casos anualmente, puesto que la mayoría de las disputas, se limitan a montos inferiores a los $15.000.
En esta oportunidad tres abogados que se han desempeñado como jueces en Broward, son candidatos a reelección. La jueza Catalina Avalos preside una corte de Condado y de casos Criminales. El Juez Julio González es juez de asuntos de Violencia domestica y el Juez Pedro Dijols preside una corte del Circuito Criminal. Son tres representantes de la comunidad latina, que con esfuerzo, dedicación, honestidad y probidad profesional han demostrado una vez más, el importante aporte que los inmigrantes latinos, en el pasado, en el presente y en el futuro, han dado a esta sociedad, a la cual han decidido servir públicamente. Es importante mencionar que los abogados que “corren”, en contra de los mencionados jueces, son igualmente profesionales de reconocida trayectoria.
Las elecciones judiciales son pues, sumamente importantes. Lamentablemente, el público en general, no acude para elegir a los jueces de su preferencia. Las estadísticas demuestran que especialmente la comunidad latina se abstiene de votar. Las llamadas elecciones “trempanas”, van desde el 11 hasta el 24 de agosto y la fecha final es el 26 del mismo mes.
Votar es un privilegio, un deber, un derecho y uno de los orgullos de ser ciudadano de este país. Nos toca ejercer con conciencia dicha responsabilidad, estudiando y analizando con cuidado los candidatos, para escoger a quien goce de nuestra preferencia.
Si, a la participación ciudadana. No, a la abstención.