miércoles, 6 de agosto de 2008

“A eso de las ocho”

www.oscarfrancomediador.com

No es mi intención generalizar, ni mucho menos estereotipar a ningún grupo social, cultural ni étnico, y espero no levantar muchas cejas, cuando digo que la puntualidad, no es precisamente una de las características mas marcadas, del comportamiento social generalizado, de los integrantes de la cultura hispana, sean de origen europeo a latino americano. Inclusive podría decirse que existe el concepto arraigado de que es aceptable y esta dentro de la etiqueta, el llegar retrasado a los compromisos, sin importar si es de trabajo, social, familiar, recreativo, etc.
Las excusas por pueriles que sean, son acatadas y hasta es normal, disculpar a la persona que nos ha hecho esperar media hora, para presentarse a una cita, diciéndole “No te preocupes, yo también llegue retrasado”. Como si dos comportamientos negativos, hacen positiva, la costumbre de llegar tarde a todos lados.
Si se quiere marcar una cita para las ocho de la mañana, solemos decir “Entonces, nos vemos a eso de las ocho”, lo cual deja un amplísimo campo para llegar tarde e inclusive, si a alguien le da un ataque de locura, llegar temprano.
La impuntualidad, es para la mayoría de los hispanos, un comportamiento normal e inclusive esperado, por quienes han quedado en verse a una hora en particular. Ser puntual es una actitud tan poco practicada, que hasta en ocasiones es repudiada. Como por ejemplo cuando, a uno lo invitan a cenar a la casa de un amigo a las 8.30 y se nos ocurre llegar a esa hora, con la desagradable y penosa situación de que los anfitriones, están duchándose o preparando la cena o ni siquiera han llegado a su casa.
Ahora bien, hemos inmigrado a este país y lógicamente pretendemos integrarnos desde diversos puntos de vista. Uno de los aspectos esenciales es formar parte de la fuerza laboral, ya sea como socio, empleado, comerciante, negociante, en fin cualquier actividad que nos obligue a estar en contacto directo, con los ciudadanos aquí nacidos.
Confiamos en nuestra educación, formación profesional, tenacidad, experiencia, constancia, dedicación, es decir, en todos los aspectos que en nuestros países de origen fueron claves para el ejercicio de nuestra actividad laboral.
Sin embargo, en ocasiones se nos hace muy difícil separarnos de patrones de comportamiento, los cuales mantuvimos durante años, dentro de un ambiente socio cultural, comprensivo y permisivo.
Traigo a colación la impuntualidad como uno de los aspectos que afecta las relaciones de negocios, trabajo, sociales entre otras, en este país. Ser impuntual es interpretado, no solo como demostración de mala educación, sino irrespetuoso y desconsiderado para quien espera. No me extrañaría que alguien argumentara, que estoy hilando fino en un detalle pueril, tampoco me seria extraño, saber que esa misma persona, le despidan del trabajo y pierda amistades, por impuntual.
Aprovecho para mencionar aunque sea de paso, pero de ninguna forma restándole importancia, a otros patrones de comportamiento que pueden ser aceptados o bien vistos en nuestros países, pero que aquí son mal recibidos y hasta causa de demandas judiciales, como por ejemplo, el acoso sexual y no exclusivamente del hombre a la mujer.
Obviamente, no quiero decir ni por lejos, que el acoso sexual es aceptado en nuestros países, claramente ese no es el caso. A lo que me refiero es que la manera de ser hispana, es quizás, más calida, más personal, mas intima, sin reflejar mala intención.
Muchas veces para dirigirnos entre compañeros de trabajos, usamos expresiones como “Mi amor”, “Corazón”, “Belleza”, algunos dicen “Mami”, “Papo” y pare de contar, pues depende de las expresiones de cada país.
Peeeeero, si aquí a uno se le ocurre decir entre compañeros de trabajo, algo así como “Honey, would you?, o “Baby, please come here”, podría traer consecuencias laborales desagradables.
Se dice que los hispanos somos “tocones”, es decir solemos acércanos físicamente a nuestros interlocutores. Nos encanta saludarnos, entre hombres con un fuerte abrazo, entre damas, con besitos cariñosos en las mejillas. Inclusive en algunos países, son tres besos. Ni dos, ni cuatro. Por supuesto, en algunas culturas, los hombres también se besan afectuosamente al saludarse.
Para terminar, mañana ponga su despertador para levantarse media hora antes, llegue al trabajo, puntualmente y si quiere que su jefe le vea con cara de extrañeza, llegue diez minutos temprano.
Ahora, si de verdad quiere que crean que se cayo de la cama, estámpele tres besos a su jefe y dígale “ What’s up dawg?”.

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