De personaje del año, a deportado.
Oscar J. Franco O.
inmigrantesenusa@gmail.com
Me refiero al inmigrante indocumentado, motivado por dos noticias recientemente publicadas por las agencias noticiosas y recogidas en el Internet, las cuales reflejan la tremenda dicotomía que existe entre la opinión pública y las autoridades, sobre la relevancia y la aceptación de la inmigración latina en este país.
En primer lugar, el periódico "Dallas Morning News", principal rotativo de Texas, designó al inmigrante indocumentado, como “TEXANO DEL AÑO 2007”. El periódico agrega: “Parece que no podemos vivir con él, pero nadie ha descubierto cómo podemos prescindir de él”.
El Dallas Morning News, reconoce de esta manera, la inmensa importancia que representa el aporte de los inmigrantes a esta sociedad. Llama la atención que se puntualiza al inmigrante indocumentado, es de imaginarse que no se esta dejando de reconocer la valiosa participación, de quienes si han cumplido con los requisitos legales, sino que se quiere resaltar la tremenda grieta que divide la opinión, sobre la importancia de la inmigración ilegal, como elemento motor de la economía, muy especialmente del sector agrícola.
La posición adoptada por el periódico, demuestra que a pesar de la gran oposición por parte de grupos sectorizados, tercamente enfrascados en estereotipos y preconceptos apoyados en decadentes ideas discriminatorias, existe una buena parte de la población que entiende que la ilegalidad de los inmigrantes, es un problema que merece una reflexión serena y desnuda de prejuicios, a fin de encontrar soluciones de mutuo beneficio para el país y para quienes pretenden integrarse a esta sociedad.
La otra noticia, destaca la actitud desprendida y ejemplar de un inmigrante ilegal, inspirado por el espíritu de solidaridad humano, y tristemente la consecuencia fue objeto de la implacabilidad del formalismo legal. La pagina de Internet Terra Web, informa: “Indocumentado se detiene para ayudar a niño en el desierto y lo deportan. Un hombre mejicano que cruzó hacia Estados Unidos ilegalmente optó por detenerse y rescatar a un niño norteamericano de 9 años que estaba varado en el desierto del sur de Arizona y fue más tarde enviado de regreso a México.
Las autoridades dicen que el niño, pudo haber muerto si el hombre no le hubiese visto y protegido del frío. El muchacho acababa de perder a su madre en un accidente automovilístico, en una carretera cercana, a la trocha en la que caminaba el indocumentado. Después de entregar al niño a los agentes fronterizos, el hombre fue inmediatamente enviado de regreso a México”.
Esta sociedad se caracteriza por agradecer y enaltecer a aquellas personas que realizan actos de valentía, inclusive poniendo en peligro su propia seguridad personal. Nos viene a la mente, el hombre que se lanzo en los rieles de un tren del metro de New York, para proteger con su cuerpo mientras el tren les pasaba por encima, a un joven que yacía en los rieles. Ambos resultaron ilesos. El hombre, con justa razón, fue honrado y reconocido, nacional e internacionalmente como un héroe. Merecidamente recibió condecoraciones y premios.
Tanto el mejicano que rescato al niño en el desierto de Arizona y el Neoyorquino que salvo al joven de ser atropellado por el tren subterráneo, actuaron desprendidamente, apoyados por el impulso humanitario, de ayudar al prójimo. Ambos le salvaron la vida a otro ser humano.
Sin embargo, uno fue enaltecido y al otro se le aplico la ley sin contemplaciones. No polemizamos sobre la fuerza de la ley. No olvidamos el principio que aprendimos en la facultad de derecho, “La ley es dura pero es la ley” y por lo tanto se le aplico al samaritano de origen mejicano.
Las autoridades no sopesaron el acto heroico del mejicano, al momento de decidir su deportación. Al fin y al cabo era un inmigrante indocumentado y no precisamente texano del año y del indocumentado, por lo visto, si se puede prescindir.
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