miércoles, 28 de noviembre de 2007

El inmigrante y la nueva relación familiar

El inmigrante y la nueva relación familiar
Dr. Oscar J. Franco O.
ofmediator@hotmail.com
Las familias emigran a los Estados Unidos de América, entre diversas razones, buscando un mejor futuro para todos y muy especialmente darles a los hijos las más amplias oportunidades de educación y desarrollo personal. Sin embargo, no se percatan que las mentes en formación, no solo absorben los conocimientos y educación formal que le proporcionan en las escuelas, sino que además se nutren de la cultura que aquí les rodea, la cual es intrínsicamente muy diferente a la cultura y costumbres de lo que en este país denominan hispanos, muy especialmente en lo que se relaciona en la crianza de los hijos.
No pretendo analizar ni valorar los aspectos positivos o negativos que tiene las culturas latina en general y la anglosajona, en la dinámica del hogar y en la formación de los hijos.
Solo quiero resaltar que a pesar de que todos sabemos que es diferente, la gran mayoría de los padres que emigran a este país, ni se preparan ni preparan a sus hijos para el choque cultural que el futuro indefectiblemente les deparara.
La familia enfrenta diferencias de valores, costumbres, arraigos y apegos sentimentales entre ambas culturas, las cuales si no se analizan y conversan en el hogar pueden acarrear serios conflictos entre padres e hijos.
Los padres tienden a apegarse a la formación familiar que traen de sus países, generalmente conservadora y con énfasis en el colectivo. Para los latinos, generalmente la familia se basa en la autoridad, en la obediencia sin chistar de los hijos, en el “aquí se hace lo que yo dijo y mientras vivan en mi casa las reglas las pongo yo”.
Los hijos, por su parte, inmersos en un mundo de antagonismos entre los que se les quieren imponer en sus hogares y lo que ven en las casas de sus amigos anglos, donde se respeta e inclusive se aupa la individualidad y en la cual los chicos proclaman “ustedes son mis padres pero respeten y aléjense de mi espacio”. Lo cual es muy duro de aceptar para padres latinos.
Los padres tenemos la responsabilidad de entender, que a los hijos les es sumamente confuso esa ambivalencia cultural, tradiciones y costumbres. Mucho más cuando los padres no hacen nada para que los jóvenes mantengan una comunicación viva y vigente con sus raíces.
Hemos visto con tristeza, como algunos padres, no se esfuerzan o lo que es peor se vanaglorian, de que sus hijos no hablen el español. Esta lastimosa y sumamente desventajosa situación para el futuro del joven, lo interpretan, con un orgullo sumamente malentendido, como una integración total al mundo anglo. Se olvidan que le cercenan la propia esencia de comunicarse con individuos de sus propias raíces. Si nada mas les merece la importancia debida, le niegan a sus hijos la poderosa herramienta de ser bilingüe
En general, en los Estados Unidos, existe mucha independencia dentro de los miembros de la familia. La individualidad se acepta con mayor facilidad de lo que solemos hacer los latinos. Son muchas diferencias que existen entre el sistema de crianza latino y el anglo, pero ambos tienen lo más importante en común. Desean lo mejor para sus hijos.

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