Articulo publicado en la revista Conexiones
Un amigo me comento que recientemente estuvo de visita en su país y a pesar de que disfruto enormemente, ver, compartir y abrazar a familiares y amigos, a quienes no había visitado hace ya bastante tiempo, regreso angustiado y entristecido por la reacción que sintió de uno de sus familiares mas cercanos: “Me duele decirlo, pero note como si me reclamaba por haberme ido. Me dijo que para mi todo era fácil, pues yo vivo aquí como un rey y me olvide de ellos y de mi país. No hubo manera de que entendiese el dolor que sentía por haberlos dejado, parecía que pensaba que lo había traicionado”.
Le explique que aunque esa reacción no es la más común y de hecho el resto de sus familiares no la compartía, lo más probable es que no existiese un trasfondo de rencor.
Cuando emigramos quedan atrás personas a quienes nos duele dejar. Pero debemos comprender que ellos también sufren y les afecta la ausencia del hijo, hija, hermano, nieto, sobrino, amigo querido, etc.
Si para los que nos fuimos, sentimentalmente no es fácil, tampoco lo es para los que se quedan.
Lamentablemente en ocasiones ese sentimiento se comunica negativamente y se oyen expresiones que podrían reflejar resentimiento, es conveniente escuchar las razones que enervan esa dinámica.
He aquí algunas de las quejas que oído manifestar:
1) Abandonaron responsabilidades familiares y no las dejaron a los que nos quedamos (típicamente el cuidado de los padres ya mayores, que quedan en manos de los hermanos/as)
2) Al principio llamaban todas las semana, ahora es prácticamente cuando hay alguna ocasión importante o necesitan que se les resuelva algún problema.
3) Resolvieron su situación y ahora nos critican porque no seguimos sus pasos.
4) Han cambiado en su manera de ser y actuar, se las dan de gringos. Inclusive los hijos no hablan o hablan mal el español y a ellos les parece una gracia.
5) Cuando vienen a visitarnos todo les parece horrible y hasta nos dicen que no entienden como podemos vivir aquí.
6) Los negocios, bienes, intereses comunes quedaron bajo nuestra responsabilidad y cuando llaman es para pedir cuentas y/o reclamar porque las cosas no se hacen o darnos instrucciones, sin conocer la realidad de la situación.
Estas y muchas otras razones que se aplican a casos puntuales hacen que los seres queridos, quienes a nuestro pesar dejamos en nuestros países, expresen inconformidad y actúen conflictivamente.
Hagamos un esfuerzo para evitar que las manifestaciones negativas se impongan sobre el amor, el cariño y la amistad. Si hemos incurrido en algunos de los ejemplos que arriban se mencionan, es sensato corregir la actitud que hemos asumido o aclarar malentendidos.
Es común decir, que hay ponerse en los zapatos de la otra persona, yo voy más allá: Vístase con los atuendos que incomodan a quien le manifiesta su descontento y es muy posible que no solo le moleste una piedrita en el zapato, sino que al pantalón le queda apretado y la camisa le queda grande.
Quienes nos dedicamos a la bella profesión de mediadores solemos decir que la comunicación es la causa y la solución de los conflictos. Mi amigo sostuvo una conversación abierta y franca con su familiar. Este fin de semana las dos familias están visitando al ratón en Orlando.
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